A casi 50 años del mayo de 68, otra revuelta popular estalla en las calles de Francia. En esta ocasión, la ira está dirigida hacia el gobierno de Emmanuel Macron. El ex banquero de inversión, cuya elección en mayo de 2017 lo convirtió en el líder francés más joven desde Napoleón, ha procurado reinventarse como un “populista de centro”. Sin embargo, sus ambiciosas reformas económicas y políticas lo han confrontado con importantes sectores de la sociedad.
Como sucedió en 1968, entre sus opositores más férreos hay grupos estudiantiles que protestan una nueva ley de acceso universitario. La llamada “Ley de Orientación y Éxito de los Estudiantes”, aprobada por el Parlamento francés el 15 de febrero, introduce los primeros requisitos de admisión para la educación superior pública. Las nuevas reglas rompen con más de 200 años de acceso libre y gratuito a las universidades francesas.
Los estudiantes han respondido saliendo a las calles y cerrando universidades en ciudades como Paris, Montpellier, Toulouse, Bordeaux, Nantes y Nancy. En algunos casos, la policía ha reprimido las protestas con violencia, como sucedió el 4 de abril en la Universidad de Strasbourg. Docenas de agentes antimotines utilizaron gas lacrimógeno para desalojar a estudiantes que buscaban tomar control del palacio universitario, exacerbando aún más las tensiones.
Para la semana pasada, 9 de las 70 universidades públicas del país estaban en huelga, según el diario Le Monde. Por su parte, el gobierno reportó 3 instituciones clausuradas y 8 más con bloqueos parciales. Entre las afectadas estaba la Universidad de Nice Sophia Antipolis, en donde la actual ministra de educación superior, Frédérique Vidal, fungió como rectora. Los estudiantes señalan a Vidal como la autora de la nueva ley universitaria.
Para el movimiento estudiantil, la gota que derramó el vaso fue el desalojo violento del auditorio de la universidad en Montpellier el pasado 22 de marzo. Una docena de encapuchados irrumpieron en la facultad de derecho y golpearon con bates de béisbol a un grupo de unos 50 estudiantes huelguistas que, días antes, habían tomado un auditorio. Tres estudiantes fueron hospitalizados con lesiones en el cráneo, según reportó AFP.
Los estudiantes identificaron al decano de la facultad, Phillippe Pétel, como el organizador del ataque, además de otros profesores. Pétel después dijo en una entrevista que estaba “orgulloso” de los que habían resistido la ocupación de la universidad, según reportes de prensa locales. El decano fue arrestado el 28 de marzo y después destituido por la ministra de educación superior, junto con otro profesor. Ambos niegan haber participado en el desalojo. Pero los videos, que muestran estudiantes gritando mientras son golpeados por hombres vestidos de negro, volvieron viral en las redes sociales, provocando manifestaciones solidarias en varias ciudades.
El ataque en Montpellier sucedió justo 50 años después de otro desalojo violento en la Universidad de Nanterre por parte de la policía francesa. El incidente, que dio origen al movimiento estudiantil “22 de Marzo”, formó parte de una serie de enfrentamientos entre estudiantes y el gobierno. Éstos culminaron en las protestas nacionales masivas en Francia en mayo de 1968, en donde se sumaron los principales sindicatos, paralizando al país durante varias semanas. El entonces presidente Charles de Gaulle se fugó de Francia durante varias horas, levantando el espectro de una guerra civil.
Aunque las actuales manifestaciones aún no han llegado a ese extremo, hay similitudes entre los dos periodos de protesta. Ambos surgen de un contexto de fuertes cambios económicos a nivel mundial y de críticas al capitalismo. Y ambos han unido a sectores muy diversos, con los estudiantes y los sindicatos al centro.
También hay diferencias. Las protestas de los últimos meses tienen metas más puntuales: más que reformar todo el sistema económico y político, buscan revertir las reformas de Macron. Éstas abarcan temas explosivos, desde la flexibilización de las leyes laborales y la reestructuración del sistema ferrocarril hasta una propuesta de reforma migratoria, que abriría la puerta a la deportación masiva de migrantes indocumentados.
La protesta más multitudinaria contra el gobierno ocurrió el 22 de marzo, en conmemoración al movimiento de 1968. Decenas de miles de trabajadores públicos, jubilados y estudiantes salieron a las calles, chocando con policías en algunas ciudades. Después, el 3 de abril, una huelga parcial en la SNCF, la compañía estatal de ferrocarriles, paralizó el tránsito dentro y fuera del país. Fue la primera de docenas de paros anunciados por el sindicato para los próximos tres meses. El gremio busca preservar sus generosas prebendas, incluyendo aumentos de sueldo anuales garantizados, seis semanas de vacaciones al año y boletos gratuitos para familiares de los trabajadores, según reportó la BBC.